Guillermo Zapata
Diagonal
El autor, miembro de Conocimiento Pirata, muestra alguna de las alternativas a la actual situación de control del conocimiento que ejercen tanto gobiernos como grandes multinacionales.
En las últimas semanas se viene hablando de manera intensa en distintos medios de comunicación de la aplicación de nuevas medidas para el control de las redes de intercambio de pares (P2P). Desde las modificaciones en la legislación francesa a las declaraciones del Ministerio de Cultura en torno a la creación de un nuevo “marco jurídico coherente y seguro para la defensa de los derechos de propiedad intelectual” o los últimos acuerdos firmados en el pasado G-8 en Japón, todo parece ir encaminado en una misma dirección : la destrucción de los mecanismos de cooperación entre millones de personas y la distribución libre de contenidos a escala planetaria. Pero lo cierto es que la realidad es más compleja.
No nos llevemos a engaño, los ataques a las redes de pares deben enmarcarse en una estrategia compleja y contradictoria de los diferentes sectores del nuevo capitalismo y sus gestores (sean gobiernos nacionales, entidades supranacionales, empresas o entidades de gestión de derechos) cuyo único fin es la producción de pánico social, en una lógica similar a la de las leyes de extranjería, que permita el control y gobierno de las redes de intercambio.
No se trata de impedir el flujo libre de contenidos, sino de criminalizarlo e imponerle una lógica de escasez que permita su posterior explotación. Se trata de construir un espacio artificial entre la ‘cultura libre’ y la ‘cultura propietaria’ que es la de lo ‘disponible’.
Es decir, la producción de valor a través del gobierno (precarización) de los flujos comunicativos. Inmediatamente después de las declaraciones realizadas por el ministro de Cultura español, el ministro de Industria declaró prácticamente lo contrario. Estos dos sectores del capitalismo escenifican una pelea que, unida a la dificultad para aplicar en términos reales las medidas impulsadas por las distintas administraciones, nos demuestran que lo que se esconde detrás de éstos paquetes de medidas no es más que un intento por producir pánico y reproducir el imaginario que sostiene que el intercambio de ficheros a través de la red es un acto delictivo. La ley no se aplica, las administraciones se pelean y el camino es más sencillo para la imposición de medidas intermedias de todo tipo, desde el pago por descarga a la imposición de impuestos arbitrarios como el canon, etc.
Momento de alternativas
Las iniciativas contra la criminalización del intercambio de ficheros han ido en numerosas direcciones, desde las tecnológicas que proponen la habilitación de sistemas de encriptado, a las que están llevando a cabo colectivos que defienden los derechos individuales y la privacidad en la red como garantes de un acceso a la información y el conocimiento y por supuesto en el uso de software libre y la producción cada vez mayor de material copyleft, etc. Pero la verdadera potencia está en las propias redes singulares de cooperación.
En la pasión por compartir que se distribuye a través de la red. Ésa es la singularidad indestructible. Esa defensa colectiva de ‘lo común’ que se produce cada vez que alguien deja disponible para cualquier parte del contenido de su disco duro. Las leyes van contra esa potencia, no contra la tecnología. El problema es : ¿hasta dónde esa colectividad singularizada puede resistir el ataque ? ¿Cuánta experiencia pueden generar esas redes para defenderse ? La respuesta no puede darse tampoco en el territorio de la implementación de nuevas tecnologías más seguras y más ‘garantes’ de los derechos, es decir, no puede venir de la defensa de lo existente (cada vez más precarizado).Sino de la conquista de nuevos derechos. Conquistar derechos es reapropiarse de lo común, de aquello que es creado siempre a partir de algo, mediante la cooperación y el intercambio, de aquello que intenta cercarse por la lógica del beneficio y eso sólo es posible mediante la composición de movimientos, nuevos territorios de conflicto, etc. De alguna maner
El autor, miembro de Conocimiento Pirata, muestra alguna de las alternativas a la actual situación de control del conocimiento que ejercen tanto gobiernos como grandes multinacionales.
En las últimas semanas se viene hablando de manera intensa en distintos medios de comunicación de la aplicación de nuevas medidas para el control de las redes de intercambio de pares (P2P). Desde las modificaciones en la legislación francesa a las declaraciones del Ministerio de Cultura en torno a la creación de un nuevo “marco jurídico coherente y seguro para la defensa de los derechos de propiedad intelectual” o los últimos acuerdos firmados en el pasado G-8 en Japón, todo parece ir encaminado en una misma dirección : la destrucción de los mecanismos de cooperación entre millones de personas y la distribución libre de contenidos a escala planetaria. Pero lo cierto es que la realidad es más compleja.
No nos llevemos a engaño, los ataques a las redes de pares deben enmarcarse en una estrategia compleja y contradictoria de los diferentes sectores del nuevo capitalismo y sus gestores (sean gobiernos nacionales, entidades supranacionales, empresas o entidades de gestión de derechos) cuyo único fin es la producción de pánico social, en una lógica similar a la de las leyes de extranjería, que permita el control y gobierno de las redes de intercambio.
No se trata de impedir el flujo libre de contenidos, sino de criminalizarlo e imponerle una lógica de escasez que permita su posterior explotación. Se trata de construir un espacio artificial entre la ‘cultura libre’ y la ‘cultura propietaria’ que es la de lo ‘disponible’.
Es decir, la producción de valor a través del gobierno (precarización) de los flujos comunicativos. Inmediatamente después de las declaraciones realizadas por el ministro de Cultura español, el ministro de Industria declaró prácticamente lo contrario. Estos dos sectores del capitalismo escenifican una pelea que, unida a la dificultad para aplicar en términos reales las medidas impulsadas por las distintas administraciones, nos demuestran que lo que se esconde detrás de éstos paquetes de medidas no es más que un intento por producir pánico y reproducir el imaginario que sostiene que el intercambio de ficheros a través de la red es un acto delictivo. La ley no se aplica, las administraciones se pelean y el camino es más sencillo para la imposición de medidas intermedias de todo tipo, desde el pago por descarga a la imposición de impuestos arbitrarios como el canon, etc.
Momento de alternativas
Las iniciativas contra la criminalización del intercambio de ficheros han ido en numerosas direcciones, desde las tecnológicas que proponen la habilitación de sistemas de encriptado, a las que están llevando a cabo colectivos que defienden los derechos individuales y la privacidad en la red como garantes de un acceso a la información y el conocimiento y por supuesto en el uso de software libre y la producción cada vez mayor de material copyleft, etc. Pero la verdadera potencia está en las propias redes singulares de cooperación.
En la pasión por compartir que se distribuye a través de la red. Ésa es la singularidad indestructible. Esa defensa colectiva de ‘lo común’ que se produce cada vez que alguien deja disponible para cualquier parte del contenido de su disco duro. Las leyes van contra esa potencia, no contra la tecnología. El problema es : ¿hasta dónde esa colectividad singularizada puede resistir el ataque ? ¿Cuánta experiencia pueden generar esas redes para defenderse ? La respuesta no puede darse tampoco en el territorio de la implementación de nuevas tecnologías más seguras y más ‘garantes’ de los derechos, es decir, no puede venir de la defensa de lo existente (cada vez más precarizado).Sino de la conquista de nuevos derechos. Conquistar derechos es reapropiarse de lo común, de aquello que es creado siempre a partir de algo, mediante la cooperación y el intercambio, de aquello que intenta cercarse por la lógica del beneficio y eso sólo es posible mediante la composición de movimientos, nuevos territorios de conflicto, etc. De alguna maner
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