Lo más costoso es no hacer nada
Tarjei Kidd Olsen
IPS
El costo económico de afrontar los desafíos del cambio climático es mucho menor que el de la inacción, según la OCDE, bloque que entre su treintena de miembros incluye todas las economías del Norte rico. La pasividad de los gobiernos ante el cambio climático agravará la extinción de especies, la escasez de agua y la proliferación de enfermedades, advierte el estudio “Perspectivas ambientales para 2030″, elaborado por la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico).
El informe se hace eco del llamado a tomar medidas formulado en otros reportes, como los del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, de noviembre, y el del economista británico Nicholas Stern, de octubre de 2006.
El análisis de la OCDE sugiere políticas concretas para reducir las amenazas derivadas del recalentamiento.
Entre ellas menciona la adopción de nuevas tecnologías “limpias”, la aplicación de un impuesto a actividades contaminantes y la puesta en práctica de un “mercado de carbono”, que permitirá la transacción de permisos de emisión.
“Si no se hace nada, las perspectivas globales lucen más bien sombrías. Pero las soluciones están disponibles, pueden alcanzarse y son accesibles, dada la riqueza acumulada de las naciones, si se las compara con las alternativas y el costo de la inacción”, afirmó el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, al presentar el estudio a la prensa, en Oslo.
Según el informe, con la adopción de nuevas políticas las emisiones de gases invernadero podrían aumentar 13 por ciento, frente al previsto 37 por ciento que se registraría si nada se hace. Eso permitirá reducir el riesgo de severos fenómenos climáticos como sequías, inundaciones y fuertes tormentas.
Si no se aplican las recomendaciones, advierte el estudio, para 2030 habrá desaparecido una mayor variedad de especies animales y vegetales. Por otra parte, las muertes prematuras de seres humanos a causa de la contaminación del aire y la acción de agentes químicos aumentarán.
Asimismo, la OCDE señala que 1.000 millones de personas se sumarán a los 3.900 millones que ya viven en áreas afectadas por una severa escasez de agua potable.
El informe destaca que los cambios ambientales están en curso. Pero los desafíos fundamentales podrían encararse a un costo de alrededor de dos por ciento del producto bruto global, agrega.
Esto implica que para 2030 la economía mundial habrá crecido 97 por ciento, en lugar de la previsión actual de una expansión de 99 por ciento, según los autores del estudio.
“Esa reducción de dos por ciento en el producto mundial significa una reducción de entre alrededor de 0,01 por ciento y 0,2 por ciento por país y por año hasta 2030, algo que resulta relativamente razonable y que pondrá al mundo en una mejor posición de aquí a 30 ó 50 años”, dijo Gurría a IPS.
La OCDE también hizo referencia a un escenario alternativo más costoso, en el cual se sacrificaría 2,5 por ciento del producto bruto mundial para 2050, con el objetivo de reducir las emisiones de gases invernadero 39 por ciento respecto de sus niveles de 2000.
Resulta fundamental asegurar que los países en desarrollo no se vean obligados a pagar la totalidad del costo de las medidas propuestas, advirtió John Hontelez, secretario general de la Oficina Económica Europea, una federación de organizaciones de la sociedad civil.
“El problema con el estudio de la OCDE es que todos están mirando a China e India. Es cierto que allí se está registrando un rápido crecimiento económico y que, por supuesto, ellos no deben repetir nuestros errores. Pero esto no implica que los europeos no tengamos una fuerte responsabilidad”, dijo Hontelez a IPS.
“La Unión Europea, Estados Unidos y otros países integrantes de la OCDE son todavía los mayores contaminadores del mundo y, considerando el nivel de emisiones por habitante, lo seguirán siendo en los próximos 40 años”, agregó.
“Tenemos la enorme responsabilidad de reducir nuestra contaminación y desarrollar las tecnologías que hagan posible disfrutar una sociedad próspera, pero con un pequeño uso de energía”, dijo.
Hontelez advirtió que los países pobres no adoptarán nuevas políticas si las naciones ricas no ponen en práctica medidas similares.
El Norte industrial actuaría de forma poco inteligente si asume una actitud que ignore el sufrimiento de los países en desarrollo, los más vulnerables a las amenazas ambientales, señaló.
“A largo plazo, los ricos no podremos protegernos a nosotros mismos de los peligros del cambio climático. En parte porque dañará nuestras economías, pero también porque si la situación en los países en desarrollo empeora demasiado, habrá una creciente inestabilidad e inseguridad, guerras por recursos naturales y un enorme crecimiento de las migraciones hacia el Norte”, dijo Hontelez.
“El cambio climático no es el único problema del mundo”, concluyó, “pero sí uno de los más serios, definitivamente. Y los pobres serán quienes lleven la peor parte si nada se hace para evitarlo”.
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